El ardor y la irritación posterior a las relaciones sexuales se provocan por una amplia variedad de causas fisiológicas, orgánicas e incluso psicológicas, sin embargo, también pueden ser una señal de alarma, típicas de las enfermedades de transmisión sexual y los padecimientos que comprometen la vida y la salud de las parejas; por esta razón, es necesario tomar en cuenta cualquier anomalía y tratarla oportunamente.
Algunas personas pueden experimentar ardor e irritación luego de un encuentro sexual, como resultado de un intenso frotamiento o un coito violento, por lo que en algunas ocasiones se presentan heridas que sanan de forma natural; sin embargo, es necesario acudir al especialista cuando no se conocen los hábitos sexuales de la pareja o cuando las lesiones presentan cualquier tipo de anomalía, lo cual ayudará a obtener un diagnóstico acertado en la detección de enfermedades de transmisión sexual.
Las razones para acudir al especialista responden a la sintomatología de enfermedades de transmisión sexual como el herpes simplex, el papiloma humano, el Treponema pallidum (sífilis), la Haemophilus ducreyi (chancroide), la Calmydobacterium granulomatis (danovanosis) y las variedades de Chlamydia trachomatis, cuyo periodo de incubación involucra la aparición de dolorosas yagas en el área genital que aparecen tras realizar un coito sin protección.
Si bien dichas enfermedades provocan dolor en el sistema reproductor, también pueden generar incomodidad durante el coito e incluso producen hipersensibilidad en el área genital, además de ello, van acompañadas de otros síntomas como son: comezón, molestias al orinar y dolencias en áreas bajas del abdomen.
Estas llamadas de alerta se presentan tanto en hombres como en mujeres, además de ello, los pacientes del género femenino manifiestan un incremento de flujo vaginal que está acompañado de un olor desagradable y cuyo aspecto se modifica sustancialmente.
Aunque las alteraciones de la mucosa vaginal pueden ser una evidencia para detectar la mayoría de los casos anteriores, también son un signo de otros padecimientos, por este motivo es necesario recurrir a una valoración física y a las pruebas de laboratorio, mediante las cuales se descartará cualquier amenaza a la salud de la mujer. Así, ante cualquier sospecha de padecer una infección producida por el virus del Herpes simplex, los pacientes deberán someterse a cualquiera de las siguientes pruebas: cultivo viral, detección de antígenos, detección del ADN viral en muestras clínicas, identificación de anticuerpos contra HSV-1 y HSV-2 en suero, estudios serológicos.
Así como las enfermedades de transmisión sexual, existen otros factores íntimamente relacionados con el dolor que algunas personas experimentan tras el coito, tal como sucede con los bloqueos y espasmos de los músculos vaginales que se producen en respuesta al stress, el miedo o la ansiedad.
Además de ello, es necesario tomar en cuenta aquellos casos en que las mujeres inician una vida sexual activa, durante los cuales sufren de fuertes contracciones en el útero, el cuello uterino, la vagina y la vejiga.
Además de estas causas, el dolor producido tras el coito también está relacionado con una ineficiente lubricación de los órganos sexuales, lo cual puede tener un estrecho vínculo con la edad y el uso de algunos medicamentos que intervengan en el proceso, tal como sucede con el caso de algunas mujeres posmenopáusicas, quienes sufren un debilitamiento considerable de la mucosa vaginal, elemento que interviene en la lubricación sexual; en tales ocasiones, se recomienda el uso de una crema enriquecida con hormonas, las cuales son altamente recomendables para obtener encuentros más satisfactorios.
Si después de las relaciones sexuales, la pareja experimenta dolor o irritación de manera recurrente, es recomendable acudir con un ginecólogo o un sexólogo, quien les orientará para elegir una técnica o una sustancia que les ayude a combatir el estrechamiento vaginal y la lubricación ineficiente.
Si bien, es importante que estos factores no sean confundidos con el vaginismo o una lesión, lo cual ayuda en la detección y tratamientos de otros padecimientos que puedan poner en riesgo la vida de la pareja; por ello es altamente recomendable acudir con un especialista para garantizar un diagnóstico acertado.